– Ser consciente de lo que siento: lo primero y más importante es darnos cuenta de que nos sentimos solos y de que no queremos sentirnos así. Es fundamental diferenciar entre sentirse solo y estar solo, ya que podemos sentirnos solos rodeados de gente y en cambio no sentirlo sin nadie al lado en un momento determinado.
– Compártelo: a veces nuestra familia y amigos pueden no darse cuenta de nuestras necesidades por lo que lo mejor es hacerles partícipes de nuestros sentimientos y buscar su apoyo.
– Busca tareas que hacer: ¿tienes un hobbie que lleva tiempo aparcado? ¿Hay una asociación en tu barrio que necesita ayuda? ¿Estás jubilado y tu perfil puede ayudar a otros de manera voluntaria? Ocupar tu tiempo puede ayudarte a encontrar nuevos amigos y personas con las que conectar y si lo hacer ayudando a otros además encontrarás satisfacción.
– ¡Cuídate! Es importante cuidar de uno mismo. Muchas veces las personas mayores que viven solas tienden a dejar de cuidar su alimentación, no hacen ejercicio o apenas salen. La luz solar activa las endorfinas, al igual que el deporte, lo que tiene grandes beneficios tanto a nivel físico como anímico. También es fundamental dormir bien durante la noche, limitar el consumo de azúcar o cafeína y evitar las siestas cortas por el día que nos perjudicarán a la hora del descanso nocturno.
– Cuidado con las redes sociales. El mundo virtual en ocasiones puede suponer una ayuda en la lucha contra la soledad pero también un impedimento para establecer relaciones en la vida real. Debemos poner especial atención en qué me hace sentir estar conectado, si es una vía de escape y disfrute o un lugar en el que siento aún más el aislamiento.